Consciente e inconscientemente, conectamos los sentimientos con la comida.
La alimentación emocional ocurre cuando la comida se usa para calmar o reprimir emociones negativas como el aislamiento, la ira, el aburrimiento o el estrés. A menudo, la comodidad o la alimentación emocional ignoran los sentimientos de hambre física que provienen del estómago vacío.
Los alimentos más comúnmente deseados suelen ser muy procesados, como galletas, papas fritas, chocolate y helados.
Muchas personas experimentan la alimentación emocional en un momento u otro.
Sin embargo, cuando la alimentación emocional ocurre con frecuencia y la comida se convierte en el principal mecanismo de afrontamiento de una situación estresante, puede afectar tanto nuestra salud como nuestro bienestar mental.
Comer en exceso de vez en cuando es perfectamente normal; sin embargo, si experimentas episodios de atracones al menos una vez a la semana durante tres meses, es importante buscar la ayuda de un profesional de la salud calificado.
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